por Joan Muñoz
Capítulo I. El nuevo escenario.
“En el siglo XX Larry Roberts envió un correo electrónico que supuso el principio del fin de la sociedad tal y como se entendía en aquel momento, matando lo que quedaba de Samuel Morse y sembrando la semilla de un cambio social a nivel mundial en los países conectados, creando un nuevo modelo de sociedad que se conocería como la sociedad 4.0”.
Louis no era nadie. Vivía totalmente desconectada. Ella, cuando nació, sólo fue inscrita con un nombre y dos apellidos en una partida de nacimiento y un libro de familia, y su opción fue continuar así. En la sociedad 4.0 lo común era inscribir a los recién nacidos con su nombre y apellidos y una dirección de correo electrónico, y de la misma forma que en el siglo XX existían papeles escritos que justificaban aquello que existía en la red, en la sociedad 4.0 se invirtió la polaridad y debía existir un registro electrónico que garantizase la veracidad del contenido de un documento impreso. Del mismo modo, los individuos debían registrar su firma digital, protegida por protocolos electrónicos de seguridad basados en criptografía de clave pública. La firma manuscrita no tenía ya validez legal, cualquiera podía imitarla en un papel, pero pocos o nadie podían acceder a la parte privada de la una clave pública generada por un usuario.
Louis nació en el siglo XX, y para ella vivir desconectada era una opción de vida, lo cual le aportaba unos pocos privilegios que no todos los nacidos en la sociedad 4.0. podían permitirse. Pero el coste de esos privilegios, en ocasiones, podía resultar demasiado alto.
La sociedad 4.0. tenía peculiaridades propias de una sociedad puramente tecnológica. Habían desaparecido trabajos que en épocas anteriores eran muy comunes, y sobre todo habían desaparecido aquellos que suponían atención al público mediante presencia de individuos ofreciendo un servicio directo en el que se interactuaba con el usuario o cliente, y en todos los casos Internet formaba parte del cambio. En los bancos existían únicamente terminales conectados a Internet para la gestión de operaciones bancarias, ya que todos los trámites podían realizarse a través de una extranet segura. En los supermercados los puestos de cajero y cajera fueron sustituidos por lectores automatizados y terminales de cobro, aunque lo más común era validar la compra por Internet, pagarla electrónicamente y recibirla en casa. En los restaurantes, las comandas se realizaban directamente a la cocina desde casa a través de Internet previa reserva electrónica de mesa o desde terminales situados en las mesas de los mismos. Los camareros y camareras únicamente servían la comida.
Viajar se convirtió en un proceso que se iniciaba desde casa mediante reserva, pago y firma electrónica, y en los aeropuertos se presentaba un justificante electrónico en terminales que validaban la identidad mediante reconocimiento electrónico. La documentación personal podía llevarse en dispositivos de almacenaje de reducido tamaño y los datos se detectaban automáticamente...
Los entornos sociales de clase media alta conectados no utilizaban nunca dinero en formato papel o moneda. En los entornos conectados de la sociedad 4.0 existían individuos que nunca habían manejado dinero en formato papel o moneda. El dinero existía para ellos a través de Internet. Se había convertido en un concepto puramente electrónico.
A Louis le gustaba salir pronto de casa, desayunar en un bar cercano y de camino al trabajo pasar por un kiosco y pagar el periódico con unas monedas. Lo recordaba con nostalgia, ya que hacía más de un año que no se editaba prensa escrita, los periódicos existían únicamente en Internet. En el año 1999 existían 56.218.000 ordenadores, de los cuales un 60% poseían conexión a Internet a través de 6.598.697 servidores. En la segunda década del siglo XXI dejaron de fabricarse ordenadores que pudieran funcionar sin conexión a Internet, por lo que en pocos años un 100% de los equipos existentes estaban conectados.
En los países desarrollados se alcanzaron cotas próximas al 100% de viviendas y empresas con ordenadores potencialmente conectados. La sociedad se vio forzada a cambiar, a vencer las resistencias de costumbres ancladas en el pasado y a asumir una inercia de la que difícilmente se podría escapar. Se pasó en unas décadas de la sociedad post-industrial en el siglo XX a la sociedad informacional a principios del XXI para dar un salto a un nuevo tipo de sociedad post-informacional, tecnológica, digital y electrónica.
Pero existían riesgos que no se pudieron evaluar que determinaron un vacío de valores. Al igual que existieron sociedades a mediados del siglo XX que actuaron sobre el patrimonio arquitectónico sin respeto, ya que no poseía para ellos en aquel momento valor cultural, la sociedad 4.0. pasó sin darse cuenta por encima de valores esenciales para el equilibrio social y natural.
Los viernes Louis solía acudir a un tipo de local que era muy común desde mediados del siglo XX, pero que durante las dos primeras décadas del siglo XXI perdió aceptación popular. Se les conocía como pubs. Eran lugares en los que se establecían relaciones sociales, se acudía con amigos a escuchar música y beber unas copas. En la sociedad 4.0. estos locales se convirtieron en lugares marginales. Las principales relaciones sociales se establecían a través de Internet, basándose en la teoría de los seis grados de separación, la cual postulaba que cualquiera en el mundo podía estar conectado a cualquier otra persona del planeta a través de una cadena de conocidos de no más de cinco intermediarios, conectando a ambas personas con sólo seis enlaces. En el siglo XX aparecieron las primeras parejas que se conocieron mediante chats y páginas de contactos, y cada vez más las comunidades sociales asumieron esa función, hasta el punto de que conocer a una persona físicamente en un local de copas como el que solía visitar Louis se consideraba un hecho de mal gusto y poca presencia social. Era un residuo del siglo XX. Al igual que a principios del siglo XXI se consideraba que el hecho de ir a cazar animales representaba el lado más irracional y primitivo del individuo, en la sociedad 4.0. conocer gente y buscar pareja fuera de las redes sociales se relacionaba con los mismos instintos. Las redes sociales filtraban y permitían una relación aséptica y selectiva. Era la forma elegante y socialmente aceptada de relacionarse.
A finales del siglo XX se consideraba que una persona vivía conectado a Internet una media de 57 minutos al mes, lo cual suponía casi 12 horas al año. A principios del siglo XXI estas cifras aumentaron exponencialmente y en la sociedad 4.0, debido a la vinculación de un gran número de costumbres y acciones al uso de Internet, sin contar las horas de trabajo, la media era ya de 2 horas al día, lo cual suponía 720 horas al año, el equivalente a vivir uno de los doce meses del año totalmente conectado.
Las redes sociales se establecieron inicialmente como nodos independientes de conexión entre individuos a principios del siglo XXI, pero en la sociedad 4.0 se unificaron creando una única red social en el mundo conectado, por encima de las fronteras geográficas. Existían dos mapas, el geográfico y el social, y no coincidían en absoluto.
A Louis le gustaban las fronteras geográficas, y decidió que eran las únicas fronteras que iba o no a respetar. Se negaba a formar parte de una red social que la valorase por la cantidad de contactos que tuviera dentro de la red, y para ello debía renunciar a muchas cosas.
En el siglo XX existía la posibilidad de tener correo electrónico sin pertenecer a una red social, pero en la sociedad 4.0 no. El alta estaba vinculada a la gran burbuja social que controlaba la red, y para ello había que estar vinculado a esa gran burbuja. A principios del siglo XXI empezaron a proliferar las redes sociales en Internet, y a partir de éstas se generó una nueva oportunidad de negocio que en pocos años superó en volumen a industrias no vinculadas a la red. Todo el ocio audiovisual se controlaba a través de la red: televisión digital, cine, radio, música… y los perfiles de los usuarios de la red social permitían una oferta selectiva, casi quirúrgica. De esta forma, la asociación y fusión de redes sociales sucedió de forma homóloga a como en el siglo XX se fusionaron algunas plataformas digitales de televisión. Pero con la diferencia de que esta reacción de fusión de redes sociales se realizó a nivel mundial, ya que las fronteras electrónicas eras fácilmente superables. El inglés y el español se consolidaron como lenguas vehiculares masivas a nivel mundial en la red y en la sociedad 4.0.
Para viajar, Louis debía renunciar a utilizar el avión si no quería perder el control sobre sus datos personales. Viajar en avión suponía haber realizado una reserva electrónica, y eso suponía tener un correo electrónico vinculado a unos datos personales en la red. Era una decisión difícil, pero para Louis las ventajas superaban a los inconvenientes. Además, existían otras formas para viajar. A finales del siglo XX, cuando aún no estaba legislado a nivel de países la protección de datos existentes en bases de datos electrónicas, a la gente le molestaba que desde algunas empresas que compraban dichos datos contactasen telefónicamente para venderles algo.
En la sociedad 4.0, y aunque existía legislación desde principios del siglo XXI que velaba por la protección de dichos datos, ésta legislaba a nivel de países, y la red era global, no entendía de fronteras geográficas. El concepto de venta cambió por completo. La mayoría de la sociedad no se planteaba el nivel de control que sobre ellos se tenía. El simple hecho de comprar un teléfono móvil, que se adquiría en un 90% a través de la red suponía un alta de correo electrónico y datos personales. Pero el negocio en la sociedad 4.0 no era la venta del móvil, sino el control sobre los hábitos del individuo. Los móviles eran rastreables en un 100% de los casos, por lo que si el agente de venta lo negociaba con la red, podía vender al usuario cine o música a través de la red en el terminal móvil o la televisión si detectaba que el mismo permanencía de forma prolongada en casa, o entradas para una función de ópera a través del móvil si lo localizaba de viaje en Verona. El spam era global. Aunque se entendía como ilegal, no existían medios para evitarlo. Una vez que los datos del usuario se vendían a un tercero, el comercio con estos era incontrolable. La única opción era cambiar los datos, pero el nivel de operaciones electrónicas a través de la red era tan importante que las implicaciones del cambio de datos suponía asumir una carga de problemas en ocasiones inasumible. La mayoría de la sociedad poseía un reflejo virtual que daba fe de su existencia física. En la segunda mitad del siglo XX existían individuos que eligieron ser sostenibles, cuando la mayoría de la sociedad no tenía conciencia del deterioro ambiental. En la sociedad 4.0 existían individuos que decidieron que querían vivir al margen del paraguas electrónico de la red. Eran mayores, la mayoría nacidos a finales del siglo XX, eran aquellos a los que se conocía como pura sangres.
Louis era una pura sangre…
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